Warren Buffett está sobrevalorado - Mexican Investor
Aprendiendo del mejor inversor de todos los tiempos.
Warren Buffett se retira
Hace apenas algunas semanas, Warren Buffett anunció oficialmente lo que muchos ya intuíamos por su edad y su largo recorrido: dejará de ser el CEO de Berkshire Hathaway, cediendo cada vez más responsabilidades a Greg Abel. Aunque seguirá involucrado como presidente del consejo, este es sin duda un antes y después para la historia de la empresa y también el cierre simbólico de uno de los mejores inversores de todos los tiempos. Buffett se despide como el inversor que superó al S&P 500 durante el mayor periodo de tiempo registrado. Y honestamente, dudo mucho que volvamos a ver algo así en las próximas décadas.
Este es un artículo que llevo tiempo queriendo redactar, así que aprovecharé este momento histórico para hablar de Warren Buffett. Pero no del Buffett que todo el mundo conoce hoy, con sus miles de millones y su imperio de Berkshire ya consolidado. Sino del joven Warren, el que sentó las bases de un legado en el mundo de la inversión. Ese Buffett es, en mi opinión, el más interesante y también el más subestimado. Es el inversor del que más podemos aprender quienes no manejamos las cantidades de dinero que los superinversores y vale mucho la pena estudiarlo ahora que su carrera entra oficialmente en su recta final.
Warren está sobrevalorado (y a la vez no)
Warren Buffett es uno de los mejores inversores de la historia. En mi opinión, quizás el mejor de todos. No solo por los rendimientos que ha obtenido a lo largo de su trayectoria en la bolsa, sino por la extraordinaria longevidad de su desempeño y, más importante aún, por haber descifrado cómo ganar dinero en prácticamente cada una de las últimas siete décadas. Además, ha sabido transmitir todo ese conocimiento de forma práctica y accesible, al alcance de cualquier persona interesada en aprender, cosa que no estan fácil de hacer como uno pensaría. Un verdadero mesías de la inversión, si se me permite usar esa palabra.
Solo basta con ver sus rendimientos en los últimos años para entender la magnitud de su carrera. Desde 1965, Warren Buffett ha generado un asombroso rendimiento acumulado del 5,502,284%, en comparación con un nada despreciable 39,054% del S&P 500. Durante ese mismo periodo, el rendimiento anual compuesto del S&P 500 ha sido del 10.4%, una cifra que podría volver rico a casi cualquiera que la mantuviera durante tanto tiempo. Sin embargo, al lado del 19.9% anual compuesto de Buffett, ese rendimiento termina pareciendo incluso poco o mediocre.
Y aquí es donde entra el título de este artículo. Si bien su rendimiento ha sido extraordinario, la gran mayoría se dio en los primeros años. En tiempos más recientes ha estado más bien a la par del S&P 500 (lo cual no es poca cosa). En el siguiente gráfico muestro el rendimiento anual promedio de Berkshire Hathaway —el holding de Warren— comparado con el S&P500. En las décadas de 1960 y 1980 la ventaja sobre el índice fue sobresaliente, pero en los últimos años es evidente cómo ha ido perdiendo ese exceso de retorno que lo volvió tan famoso y exitoso.
Por supuesto, entiendo su contexto y lo difícil que es gestionar tanto dinero. Al cierre del año fiscal 2024, su portafolio de acciones estaba compuesto por $271 mil millones de dólares, y además, en balance, hay otros $318 mil millones disponibles para asignar si fuera necesario. Con esa cantidad de efectivo podría comprar todo Coca-Cola, tres veces Starbucks completo, diez veces General Mills (empresa dueña de Oreo y Cheerios) o 43 de las empresas más pequeñas del S&P 500. Esto refleja lo limitado que es su universo de inversión y por qué es tan complicado superar consistentemente al S&P500 cuando tu portafolio solo puede apuntar a empresas grandes y representativas del mismo índice... a menos que quieras privatizar toda la economía estadounidense.
Esto no es ningún misterio: él mismo ha dicho que, si volviera a gestionar una cantidad pequeña de dinero, sus rendimientos serían tan sorprendentes como los que logró al inicio de su carrera. Y yo sí le creo.
Las tasas de rendimiento más altas que he logrado fueron en la década de 1950. Deberías ver las cifras. Pero entonces invertía una miseria. Es una enorme ventaja estructural no tener mucho dinero. Creo que podría ganarte un 50% anual con un millón de dólares. No, sé que podría. Te lo garantizo.
— Warren Buffett
Solo hace falta ver los rendimientos de su partnership a finales de los años 50 y durante los 60. Por eso pienso que nadie debería estar fijándose en lo que ha hecho Warren Buffett en los últimos 10 o 15 años y quizá deberíamos voltear a analizar al estilo de inversión que lo volvió millonario en sus primeros años. Se sobrevalora al Buffett actual, pero el Buffett joven está profundamente infravalorado y el inversor promedio rara vez investiga sobre esa etapa de su carrera. Este es lo que quiero explorar en este artículo.
5 lecciones del Warren jóven
Naturalmente, esta etapa temprana de su vida como inversor es algo más opaca y él mismo rara vez habla de ella en detalle. Con los años, Buffett ha preferido compartir consejos más generales y accesibles, lo cual es completamente entendible cuando llevas una reputación tan consolidada que puedes hacer subir un 14 % a una empresa como Ulta Beauty —de 18 mil millones de dólares de capitalización— con solo anunciar que compraste acciones.
Yo también suelo recomendar a mis familiares que inviertan en el S&P 500, porque sinceramente creo que es la opción más sensata y segura para la mayoría. Pero, personalmente, no invierto de forma indexada, porque estoy dispuesto a dedicar más tiempo a investigar y aprender. Algo parecido ocurre con Buffett: los consejos que ofrece hoy en día son útiles, pero están pensados para un público general. Su verdadero proceso, sobre todo en sus primeros años, es mucho más intenso, artesanal y a veces desconocido.
Para profundizar en esta faceta menos conocida de Buffett, quiero apoyarme en un libro que recomiendo muchísimo y que leí hace muy poco: Buffett’s Early Investments (Las primeras inversiones de Buffett), escrito por Brett Gardner. En una gran labor de investigación, Gardner reúne detalles sobre las primeras inversiones que realizó Buffett, no solo durante los años de su partnership, sino también en sus inicios como inversor individual, compartiendo los pensamientos que tenía al momento de invertir y sus reflexiones posteriores.
Más allá de ser una guía paso a paso para invertir como él, este libro me permitió extraer varias conclusiones personales, sobre todo relacionadas con su faceta psicológica, que es la base de todo buen inversor. Lograr buenos rendimientos con una acción puede ser fácil —hasta un reloj descompuesto acierta dos veces al día—, pero replicar ese éxito de forma consistente es otra historia. Y para eso necesitas un proceso de análisis bien formado y un pensamiento claro y adaptable. Eso es lo que quisiera compartir.
1- El rol de la suerte
Es fácil ver a Warren Buffett como un genio único, de esos que nacen uno en cada millón, una especie de leyenda que triunfó exclusivamente gracias a su talento y esfuerzo. Y en parte, sí lo fue. Pero incluso él ha reconocido que la suerte jugó un papel importante en su historia. Es fundamental tener esto en cuenta, no para restarle mérito, sino para tener una visión más completa del juego: se necesita algo más que esfuerzo y dedicación para llegar hasta donde él llegó.
Buffett nació en 1930, en una familia con recursos. Su padre, Howard Homan Buffett, era empresario, inversor en bolsa y político, lo que significa que desde niño estuvo rodeado de conversaciones sobre inversión, economía y negocios. Creció en un entorno donde esas ideas no solo estaban presentes en la mesa, sino que eran impulsadas desde Buffett-Falk & Co, la firma de corretaje de su padre en Omaha. Fue ahí donde Warren tuvo sus primeros acercamientos al mundo de la bolsa, trabajando como analista de inversiones.
Además, vivió durante el gran auge económico del siglo XX: el crecimiento industrial de Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, cuando el país se consolidó como una superpotencia económica. A eso se suma que los mercados eran mucho más ineficientes: la información no era instantánea ni global como hoy. Si leías un par de horas más que el promedio (que no era tan alto), podías encontrar verdaderas joyas inexplicablemente infravaloradas en los reportes anuales. Buffett, con un altísimo nivel de ética de trabajo e inteligencia, encontró una mina de oro frente a él.
Esto no significa que su éxito fue pura suerte. Para nada. Él hizo lo que debía hacer. Lo que sí implica es que el contexto importa y que una parte de su éxito provino de estar en el lugar correcto, con las condiciones adecuadas, en el momento justo. Muy similar a Bill Gates, quien tuvo acceso a una de las pocas computadoras disponibles en 1968, en la Lakeside School de Seattle. Un privilegio y un golpe de suerte que, en las manos correctas, terminan creando historias de éxito absoluto.
Tuve la suerte de nacer en un país libre como Estados Unidos, donde tuve muchísimas oportunidades. Mis padres se aseguraron de que comprendiera la importancia de una buena educación, trabajar duro y ser honesto.
— Warren Buffett
2- No hay éxito sin obsesión
No se puede entender el éxito de Warren Buffett sin mencionar la palabra obsesión. Este es un factor común entre muchos de los grandes inversores de la historia, ya que se necesita algo más que gusto por el dinero o los rendimientos para mantener la motivación y el enfoque durante tantas décadas. Esta determinación se veía desde sus primeros años:
A los 20 años, siendo aún muy joven, viajó hasta la ciudad de Jersey para asistir a la reunión anual de Marshall-Wells, una empresa que cotizaba aproximadamente a tres veces beneficios. Había invertido en ella tras saber que Ben Graham era accionista, y vio esta reunión como una oportunidad para hablar directamente con el equipo directivo.
Otro reflejo de su obsesión se da a los 24 años, cuando viajó hasta Massachusetts —a unas cuatro horas en avión desde Omaha— solo para reunirse con el presidente de Union Street Railway, una empresa de tranvías. La compañía era tan ilíquida que, incluso con su patrimonio de apenas $100,000 dólares (poco más de un millón si lo ajustamos a inflacion), tuvo dificultades para comprar acciones a través de una casa de bolsa. En lugar de rendirse, recurrió a publicar anuncios en el periódico local para contactar a accionistas dispuestos a vender.
Y aun así, eso no bastó. La propia Union Street consideraba que sus acciones estaban infravaloradas y también estaba interesada en recomprarlas, por lo que lanzó sus propios anuncios compitiendo con los de Buffett (sí, eran otros tiempos). A cualquiera esta situación le habría parecido frustrante, y quizá habría pensado: “Qué más da, hay otras acciones baratas.” Pero no fue su caso. Investigando en los registros de la Massachusetts Public Utility Commission, encontró la lista de los principales accionistas de la empresa, los contactó directamente y logró formar una posición del 3.1% en 1954. Vendió su participación unos dos años después, luego de que el valor de las acciones se duplicara. La perseverancia pagó bien.
No puedes ser excepcionalmente bueno en algo si no estás dispuesto a dedicarle muchas horas y esfuerzo. Buffett nació con un alto coeficiente intelectual, eso es innegable, pero creo que gran parte de su éxito no se explica por su capacidad intelectual, sino por su ambición de ganar y ser el mejor. Hay una anécdota de su hermana Doris que ilustra esto perfectamente:
Cuando tenía veintiocho años y me casé, recuerdo haber pensado: ‘¿No es raro? Mi hermano (Warren) es un genio, mi hermana (Bertie) es una Phi Beta Kappa, todos tenemos los mismos padres, y yo soy una tonta’. De verdad lo creía. Mucho después, descubrí que la mujer que nos había hecho un test de inteligencia a Bertie, Warren y a mí cuando teníamos ocho, diez y doce años, respectivamente, seguía viva. Comprobé los resultados: mi test de inteligencia era de 150, un par de puntos por debajo del de Warren y un par por encima del de Bertie.
A pesar de tener una inteligencia similar a la de su hermana, a Warren Buffett lo caracterizó que nunca esperó que las oportunidades le llegaran solas y mucho menos se conformaba con tener rendimientos “decentes” o similares a los del índice Dow Jones. En lugar de esperar cómodamente en su oficina a que una gran idea le cayera del cielo, salía —literalmente— a la calle a buscarlas con curiosidad, hambre de conocimiento y ganas de ser el mejor. Como dice Mac Miller en Brand Name: “Trabajo más duro que cualquier otra persona que conozcas.” Esa debería ser la meta.
3- Las buenas ideas de inversión no crecen en los árboles
Si bien es cierto que Warren destinaba horas y horas a revisar las guías de empresas que cotizaban en bolsa, publicadas por Moody's, noté que muchas de sus inversiones exitosas no provenían únicamente de esta lectura metódica de la A a la Z. De hecho, varias de sus mejores ideas de inversión en los primeros años surgieron a través de recomendaciones de amigos inversores y de observar lo que hacían aquellos grandes inversores a los que él admiraba profundamente.
Sus inversiones en Union Street Railway y Philadelphia & Reading fueron conocidas gracias a Benjamin Graham. The Greif Bros la descubrió a través de su padre, quien además la había recomendado esta empresa al mismísimo Phil Carret. British Columbia Power, una de sus inversiones más exitosas al inicio de su partnership, fue una recomendación personal de Charlie Munger en 1962. Y así hay muchos ejemplos más de sus primeros años. Por supuesto, Buffett aplicaba sus propios filtros rigurosos antes de invertir y no todas las ideas que llegaban a sus oídos terminaban en su portafolio, pero este patrón deja claro lo importante que era para él rodearse de personas con criterio y un estilo de inversión similar al que él quería practicar. También me hizo reflexionar sobre la importancia de compartir ideas de inversión con personas que consideras valiosas y que pueden aportar perspectivas distintas.
Hoy vivimos en un entorno donde cada vez hay más newsletters de pago y donde muchas ideas de inversión se guardan como si fueran secretos de Estado. Respeto a los que quieran monetizar su trabajo, pero vale la pena recordar que esto no es un juego de suma cero: que alguien más gane dinero en una empresa no significa que tú dejarás de ganarlo. Compartir tus ideas de inversión con otros no solo te ayuda a detectar puntos ciegos, sino que también te permite sumar nuevos ángulos al análisis y, con ello, construir mejores decisiones. El mismo Warren lo vivió de primera mano. Luego de comprar Berkshire Hathaway —que en ese momento era solo una fábrica textil en decadencia— habló con su gran amigo Charlie Munger. Lejos de ser complaciente con esta decisión, Munger le dijo:
“Warren, olvídate de comprar otra empresa como Berkshire. Pero ahora que controlas Berkshire, añade negocios maravillosos adquiridos a precios justos y renuncia a comprar negocios justos a precios maravillosos. En otras palabras, abandona todo lo que aprendiste de tu héroe, Ben Graham. Funciona, pero solo cuando se practica a pequeña escala.”
Sin ser la decisión más sencilla que Warren haya tomado, terminó siguiendo estas instrucciones. Y el resto es historia.
Berkshire Hathaway sería muy diferente sin Charlie, pero podría decir lo mismo de muchas otras personas. He tenido muchísimos héroes (al menos una docena), incluyendo a mis padres. Rodéate de gente mejor que tú todo el tiempo.
— Warren Buffett
4- Invertir no es una religión
Esto nos lleva al siguiente punto clave: en la inversión, nada está escrito en piedra.
A lo largo de mi aún corta carrera como inversor, me he dado cuenta de que no existe una única forma de ganar dinero y mantener una mente cerrada a estilos que son diferentes al tuyo no tiene ningún sentido. Valor, crecimiento, calidad, análisis técnico, análisis fundamental, dividendos, situaciones especiales… en todos los nichos de inversión he conocido personas que los aplican con éxito. Al final del día, lo importante es ganar dinero, y para eso necesitas estar dispuesto a cambiar tus ideas cuando la evidencia lo justifique y mantener la mente abierta ante cualquier cambio en lo que hoy consideras verdad. Reducir la inversión (y casi cualquier aspecto de la vida) a solo seguir instrucciones es fácil y hasta reconfortante, pero no pienso que la rigidez mental sea el camino correcto para convertirse en alguien sobresaliente.
Warren Buffett es el mejor ejemplo de lo valioso que puede ser adaptarse. Durante años siguió un estilo tipo “cigar-butts”, basado en comprar empresas en decadencia que cotizaban por debajo de su valor en libros, esperando una revalorización para luego venderlas con una ganancia de corto plazo. Este enfoque, heredado de su mentor Ben Graham, le funcionó muy bien cuando manejaba capitales pequeños y no es que dejara de ser útil, pero conforme Berkshire Hathaway se convirtió en un conglomerado gigantesco, Buffett entendió que ese estilo no era escalable (y vemos que tenía razón). Fue entonces cuando siguió las ideas de Charlie Munger: dejar de lado negocios mediocres aunque fueran baratos y buscar empresas extraordinarias, incluso si había que pagar un precio justo por ellas.
Un ejemplo clásico fue su inversión en Coca-Cola, iniciada en 1988, poco después del crash del 87. Compraron más de $1,000 millones de dólares en acciones, lo que representaba aproximadamente el 6.2% de la empresa. En ese momento, Coca-Cola era una marca ya consolidada, con buenos márgenes, poder de fijación de precios y un producto casi inmune a la disrupción o las crisis. En vez de vender tras una revalorización rápida como lo habría hecho con su antigua estrategia, Buffett decidió mantener la posición por décadas, viendo cómo la acción se multiplicaba varias veces.
Buffett no se casó con un solo estilo. Evolucionó y mantuvo la mente abierta a pesar de que contradecía todo lo que había aprendido en sus primeros. Y esa es una de las mayores lecciones que podemos aprender de él.
El mercado está para servirte, no para darte instrucciones. Para tener éxito, debes tener una mentalidad independiente a la multitud.
— Warren Buffett
5- La calidad importa, pero el precio también
Hasta el momento he hablado de temas más mentales y psicológicos sobre cómo Buffett llegó a ser tan exitoso. Así que en este punto quisiera pasar a algo más operativo en su proceso de compra de acciones. Esto es algo que puede parecer obvio, pero muchos inversores lo olvidan: cuanto más barata compras una empresa, mayores son tus probabilidades de obtener buenos rendimientos.
En sus primeros años, Buffett no invertía en las empresas más grandes del mercado ni se metía en los sectores con más euforia. Ninguna de las empresas del Fortune 500 figuraba en sus portafolios cuando manejaba poco capital. La razón es simple: cuando tienes un portafolio pequeño, puedes explotar ideas que los fondos institucionales no pueden tocar (aunque quisieran) y que el inversor medio aún desconoce. Es decir, puedes entrar antes de que todos lleguen. Es como llegar temprano a un concierto antes de que se llene: puedes elegir los mejores asientos, sin pelearte con nadie.
Nick Sleep es uno de los inversores más sensatos y consistentes de los que haya leíd, y muchas veces se toman sus tesis en Costco y Amazon como un ejemplo de lo que se debe buscar en un negocio. Pero aquí hay un detalle clave que a menudo se omite: cuando Nick comenzó a invertir en Costco, su capitalización de mercado era de $10 mil millones en 2002 y cotizaba a aproximadamente 20x beneficios. Amazon apenas valía $15 mil millones en 2004 cuando Sleep la compró en su fondo y el P/S rondaba las 2x. Eran empresas con un largo camino de crecimiento por delante, pero aún con valoraciones bajas o por lo menos razonables, no el Costco actual cotizando a 55x beneficios.
Buffett hizo algo muy similar con muchas de sus inversiones más emblemáticas. Cuando compró Apple en 2016, ya era una empresa conocida, pero cotizaba a un modesto P/E de 10x. Estaba lejos de ser una de esas empresas cotizando a múltiplos elevados con crecimiento estancado (sí, estoy hablando de ustedes Costco, IDEXX, Walmart, Danaher y compañía). Su inversión en Coca-Cola fue en 1988 cuando la acción cotizaba a 15x beneficios. Moody’s fue comprada durante la crisis de 2001. American Express la compró por primera vez en los 60s, aprovechando el “salad oil scandal” que trajo mucha negatividad sobre las acciones. Buenas empresas, en momentos donde la valoración era baja.
Lo importante no es si el P/E es de 10x o de 40x, sino qué tan probable es que ese múltiplo aumente. El rendimiento de una acción se compone por el crecimiento del beneficio por acción (condicionado por las ventas, los márgenes y las acciones en circulación), el múltiplo que pagas y los dividendos que recibas en el camino. Si compras una empresa con poco margen para expansión del múltiplo, ya estás renunciando a una fuente de retorno importante. Lo mismo si compras una acción que crece poco, o peor aún, una empresa con un múltiplo alto creciendo poco. Como si Nick Sleep hubiera comprado Amazon en 1999 a 15x ventas: habría tenido que esperar siete años solo para volver al break even, aunque la compañía haya seguido creciendo. Habría renunciado a la revalorización potencial por expansión de múltiplo.
Las empresas de calidad, con negocios excepcionales, con potencial de crecimiento y que además coticen a una valoración baja sí existen, pero hay que buscarlas con paciencia y en lugares donde no todos están dispuestos a buscar. Tal como hacía Buffett en sus inicios. Es bueno seguir el ejemplo de Warren y otros grandes inversores, pero invertir como lo hacen ellos hoy no tiene sentido. Tú no eres multimillonario, así que no inviertas como tal. Si a Buffett le dieran tu patrimonio actual, estoy casi seguro de que buscaría entre las empresas más desconocidas del mercado y no tendría casi ni una sola de las que ahora componen su portafolio.
Si enseñara en una escuela de negocios, sólo tendría dos cursos: cómo valorar una empresa y cómo pensar sobre las fluctuaciones del mercado de valores.
— Warren Buffett
Conclusiones
Estudiar los primeros años de Warren Buffett es darse cuenta de que el inversor que todos conocemos llegó hasta donde está gracias a tener las motivaciones y los procesos de pensamiento correctos. Como comenté anteriormente, más que los métodos de valoración o los filtros que utilizaba al analizar una acción, me interesaba descifrar qué había en el ADN del mejor inversor de la historia.
Más allá de las cifras o los rendimientos, lo que más valor tiene al observar esta etapa temprana es su forma de pensar: la obsesión por la inversión y hacer las cosas bien, la apertura a nuevas ideas sin casarse con un estilo fijo, la importancia de compartir y contrastar opiniones y la conciencia de que el precio que pagas por una acción sigue siendo uno de los factores más determinantes en tus resultados, incluso en empresas de calidad.
Buffett no se volvió exitoso por seguir una fórmula mágica, sino por establecer principios sólidos y tener la disciplina de aplicarlos durante décadas, con las adaptaciones necesarias en el camino. Entender eso y adaptarlo a nuestra propia forma de invertir es un gran paso para crecer como inversores y ninguna cuenta de resultados o ratio de valoración convencional podría explicártelo.
No necesitas ser un genio para ser un gran inversionista. Lo que necesitas es estabilidad emocional, paz interior y la capacidad de pensar por ti mismo.
— Warren Buffett
Disclaimer
Todos los contenidos de este blog son solo para fines informativos y en ningún caso, ya sea expreso o implícito, se considerarán consejos de inversión, legales o de cualquier otra naturaleza. Haga su propia investigación y diligencia debida.
Muy bueno 👍
Gracias por compartir y me alegra escuchar que te haya parecido de valor 🫱🏼🫲🏽